MERCEDES SOPHÍA RAMOS. Escritora Grupo ALAS

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sábado, 25 de febrero de 2023

SOLERA 151





REVISTA SOLERA 151

“MARIQUILLA LA LOCA”

 

Ella era rubicunda, bajita y medio regordeta, en su cara llevaba impresa unos rosetones naturales y granates que formaban unas perfectas circunferencias. Sus piernas delgadas y ligeras recordaban a dos gacelas en pleno rendimiento de vuelo, su impronta acompasaba un diverso registro, ese siempre aludía al rechazo total de sus semejantes, sobre todo, al de los niños, ellos al verla aparecer corrían despavoridos entre las callejuelas de la barriada.

Su único equipaje era un canasto de caña repleto de piedras, en su faldiquera casi siempre llevaba escondidos limones, nueces y algún que otro trozo de pan, no era raro verla a las puertas de las celebraciones que se daban en su entorno, nadie entendía cómo se enteraba de la hora y lugar exacto de los festejos, en ellos conseguía algún botín para engordar su pedigüeño estado.

En sus extrañas andanzas, los huidizos niños temblaban al verla, otros bromeaban,  ella a la mínima llamada de atención se exaltaba sin freno, por tanto, el barrio de la Victoria la tenía por loca y como tal la trataba, así Mariquilla corroboraba esa creencia, lanzando piedras a todos los cuerdos que verbalmente la increpaban, sus arrebatos facilitaban que ninguneasen su trapajosa figura.

Dicen que su locura se basaba en su solitaria infancia, nadie la cuidó ni si interesó por enseñarle las más elementales pautas de educación.      El gran cantautor malagueño, José María Alonso, le escribió una canción a propósito de la razón de su comportamiento.

A veces, la locura se produce por una serie de consecuencias sociales, esas pueden extraviar la conducta y atrofiar las buenas costumbres de las personas.

NO A LOS PERROS EN LOS PATIOS

 De vez en cuando, brota una buena noticia, una de esas que, aunque no sea directa para salvar al mundo, sí que congratula el ánimo, al menos para las personas que sienten amor por los animales, por fin la “Ley Animalista” ha prohibido que los perros vivan, duerman y coman en los patios o sitios descubiertos, la intemperie no es buen lugar para nuestras mascotas, además de saber que los perros que se crían apartados adquieren frustración y violencia,  ahora que llegan los meses fríos, es muy razonable que las asociaciones hayan dado un paso al frente para pedir al Estado esta justa medida. Todos aquellos que persistan en esa mala costumbre, se arriesgan a pagar unas multas que ascienden a altas cantidades de euros. La cuestión es muy sencilla, quienes no estén de acuerdo con esta medida que se abstengan de adquirir perros u otros animales, así no tendrán que responsabilizarse ni de ellos ni de su bienestar.


CUENTO DE NAVIDAD 2022

 

Érase una vez un país donde solo habitaban niños, la espontaneidad de los pequeños no dejaba entrar a los adultos que vivían en el pueblo vecino, ellos al mirar por la rendija que conectaba al otro lado de su terreno, observaban la constante algarabía donde se enredaban por algo que ellos no entendían. La confusión y el caos era la tónica que amenizaba entre las personas del otro lugar, los pequeños cada vez se sorprendían más, muchas veces preferían no saber la razón de esos despropósitos continuos y agrios, era muy difícil y lejano que oyesen la palabra “perdón”.

Ellos advertían en sus vecinos que repentinamente rompían el afecto con alguna persona de su entorno, era habitual que esas trabas de malos entendidos tuviesen prioridad ante el entendimiento, las palabras irascibles lanzadas con reproches derivaban en desatinos muy difíciles de enmendar, de ese modo, se construía la enorme barrera que separa a las personas.

Lamentablemente, existían personas extraordinarias que mantenían esas rencillas a través del tiempo, su acritud se apoderaba de ellas de manera estable, sin dejar opciones a la unión, juraban y daban por sentada la imposible probabilidad de perdonarse.

Entre los niños jamás se instalaba la inquina, en su mundo originario el espíritu navideño no existía, ya que en su país todos los días eran navidad, su única guerra se producía en desacuerdos que no duraban más allá de cinco minutos, su carrera competitiva no llegaba nunca a la meta, ninguno se guiaba por normas o reglas impositivas, todos los niños/as se consideraban lauros ganadores, nadie en su esfera estaba contaminado y ninguno quería aprender las enseñanzas nefastas de la contigua población.

Fue así que, en uno de esos días, los adultos acordaron dar un tiempo de tregua a tanta discrepancia, entonces, pactaron por unanimidad que coincidiera con la Navidad y acordaron no dar oportunidad a los que se dedicaban solapadamente a avivar la confrontación, a esos parásitos de la paz lo apartaron para que reflexionasen durante esa corta temporada.

En ese período de Pascua aprendieron muchas cosas fantásticas, la mejor de ellas, fue dejarse influenciar por la fausta inocencia de los pequeños, al mezclarse con su ingenuidad y buenas maneras conciliadoras, dictaminaron seguir esas preciosas costumbres, al menos por Navidad.