MERCEDES SOPHÍA RAMOS. Escritora Grupo ALAS

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miércoles, 7 de febrero de 2024

PREMIO DE LA EDITORIAL ANÁFORA A MI RELATO TITULADO: LA PRESENTACIÓN


EL PASADO 25 DE ENERO MI RELATO "LA PRESENTACIÓN OBTUVO UNO DE LOS PREMIOS QUE OTORGABA EL CERTAMEN ORGANIZADO POR LA EDITORIAL ANÁFORA

ALGUNAS FOTOS DEL MOMENTO













 LA PRESENTACIÓN

 

La impaciencia siempre fue su peor enemiga, estaba sentada en la sala de espera del notario, el minutero de su reloj parecía hecho de plomo, la inquietud se empezó a apoderar visiblemente de su frenético estado de nervios.

—Creo que nos han citado a las doce —dijo irónica al aire, a pesar de que nadie le había preguntado nada.

—Yo acabo de llegar, son las doce y cinco, los demás no tardarán —uno de sus compañeros intentó suavizar el malestar de su compañera.

—Ya, pero no soporto que la gente sea impuntual —le contestó directamente y sin mirarlo.

—Venga, Irene, que esa gente son nuestros compañeros, además, llegar antes a una cita es también una señal inapropiada —quiso contrarrestar el enfado de Irene.

—Vamos, Fernando… no digas bobadas. —Miró el reloj, contrariada.

A los pocos segundos llegaron los tres que faltaban, ellos se disculparon susurrando algunas palabras sueltas. Los cinco escritores fueron dirigidos hasta la puerta del despacho notarial.

Todos portaban su nuevo libro que acababa de salir de la imprenta.

—Bien, he leído detenidamente lo que les trae por aquí —el notario pretendía ser cercano.

—No hay nada que objetar, firmamos y listo, mis compañeros están de acuerdo —Irene habló por todos.

El notario empezó a leer la propuesta con cierto rigor, en ella se manifestaba la intención de los cinco escritores de firmar un acuerdo conjunto, en tal convenio se declaraba que, desde el momento de la firma, todos ellos escribirían sus obras conjuntamente, es decir, nunca por separado, por tanto, todos sus futuros libros irían creados y firmados por los cinco.

Al salir de la notaría se observaba entre ellos un halo pletórico de exaltación.

—Es lo mejor que hemos podido hacer, sin duda nuestra novela será un éxito, tendremos que planificar las presentaciones, no pararemos hasta conseguir que uno de los libros más vendidos sea el nuestro —la voz de Isidoro sonaba exultante y alta.

—Desde luego, así será, nuestro nivel es muy alto, jugamos con las palabras como nadie, eso es evidente —la seguridad pasmosa de Ramón regalaba los oídos de sus compañeros.

—Obvio, no es solo nuestro juego de palabras, es también el dominio de nuestra ortotipografía la que nos avala y caracteriza —Aurelio deslizó su opinión convencida.

—Teniendo en cuenta que salen escritores hasta de debajo de las piedras, nosotros hemos de marcar las diferencias con nuestro particular sello —Fernando se permitió encumbrar los escritos que realizaban.

—Ha de ser así, ofreciendo una buena plataforma donde poder mostrar nuestro arte literario hacemos un gran bien a la cultura —la escritora se explicaba en nombre de sus compañeros y en el de ella misma.

—Ahora nuestra prioridad es concretar una sala para la presentación de nuestro naciente libro, ha de ser espaciosa y céntrica —Isidoro calculaba un lanzamiento comercial y correcto del producto.

—Isidoro lleva razón, el lugar y la zona son vitales para que se efectúe sin problemas la firma de libros —Ramón se dejaba llevar por el entusiasmo de sus compañeros.

—No olvidemos que esto es un negocio, si lo proyectamos bien ganamos todos y por supuesto también se beneficiará nuestra querida editorial —Aurelio dio un pequeño golpecito en la carpeta que siempre llevaba en las manos.

—Nuestro libro es una pasada, no olvidemos que hemos juntado en él ideas y pensamientos de cinco mentes distintas, ese cóctel narrativo es un explosivo literario sin precedente y novísimo —Fernando se contagiaba por momentos del éxito imaginado.

—Mañana a primera hora quisiera ir a la casa de un conocido, él es un influyente catedrático, esta misma tarde lo llamaré para quedar. —Irene no tenía freno para afrontar cualquier reto, ella era consciente de que llamar a su conocido era algo imprudente y descabellado.

—Bueno, chicos, mañana seguimos hablando. —Todos se despidieron y se abrazaron emitiendo un sonido victorioso algo extraño.

Al día siguiente los cinco autores se levantaron con la misma tónica triunfante que el día anterior, interactuaban con llamadas telefónicas muy continuadas y densas, el monotema era el libro.

—Chicos, ayer mismo pude hablar telefónicamente con el profesor que os comenté, él me citó en su casa esta misma tarde, me dijo que probablemente irá a la presentación gran parte de su alumnado. Yo, agradecida, le prometí llevarle un libro, él va a ser el primero en leerlo —Irene informaba a sus compañeros con un delirio desbordante, estaba realmente entusiasmada.

La primera presentación del libro se acercaba, algunos preparativos podrían tener paralelismo con ciertas celebraciones sociales, a colación de ellas las redes sociales tenían un papel fundamental, en la insistencia y repetición de la noticia se configuraba la obtención de resultados, a golpe de clic la mayoría de los navegantes aceptaron asistir a la presentación, los síes adelantaron a los noes abrumadoramente.

Llegado el día, la sala estaba acertadamente iluminada, los libros atraían la atención dispuestos en atriles y en pequeños montones semicirculares, en la mesa de cabecera estaban sentados los autores, el prologuista, el presentador del libro y el editor.

Pasada la hora fijada se esperó unos minutos de rigor para dar comienzo al acto, habiendo transcurrido un tiempo considerable se dio por inaugurada la presentación, los ponentes iniciaron la apertura con las alocuciones pertinentes, mientras hablaban miraban de reojo a la puerta de entrada, allí no se apreciaba acceso alguno de público, en la sala se podía contar la asistencia de tres o cuatro personas. La decepción fue monumental.

Pasados unos días los escritores se reunieron en una cafetería cercana.

—De las derrotas se aprende —empezó diciendo Aurelio.

—¿Quién de vosotros me quiere acompañar esta tarde? Voy a volver a visitar al catedrático. —Irene estaba confusa, necesitaba saber por qué razón no fueron los alumnos que previsiblemente iban a asistir.

Todos ellos se apuntaron a la visita.

La tarde estaba iridiscente, el Sol formaba falsos lagos de luz que irradiaban colores variados en la superficie del suelo, el espectáculo visual conectaba momentáneamente con un estado superior a la belleza. En el trayecto hasta el domicilio del profesor ninguno de los cinco interrumpió el silencio.

—Vive en la planta 48, puerta 24, no pensaba tener que volver aquí de nuevo. —Irene se mostraba algo nerviosa, sin embargo, su impaciencia era devorada por sus enormes ganas de saber qué había ocurrido.

—La verdad, es que nos deberíamos volver, este señor no es el responsable de la nula asistencia… —Ramón fue interrumpido por Irene.

—Él no me prometió nada seguro, pero me ilusionó, ya sabemos que su alumnado es muy extenso, indudablemente hubieran llenado la sala —Irene hablaba cada vez más bajito, ella le había entregado el libro días antes, el profesor había tenido tiempo suficiente para leerlo.

Por fin estaban delante de la puerta, ellos aguardaban a que el toque del primer timbrazo fuese oído. Así fue.

—Bienvenidos a mi casa, pasad al salón, es muy grato recibiros, estoy suponiendo que sois los cinco autores del libro que tan amablemente me dejó Irene. —Al hablar doblaba ligeramente la cabeza.

—No queremos molestarle, pero para nosotros es muy importante saber su opinión sobre nuestro libro. —Irene se sentó en el filo del asiento.

—Vamos a ver, tengo que deciros que mi humilde opinión no debe influir en vuestra carrera literaria, pero me debo a mi experiencia, por ello debo ser sincero, os rogaría que más bien pudierais restar importancia a mis comentarios. —Su pulcritud rozaba la sapiencia. Cogió el libro y lo abrió por donde tenía el marcapáginas.

—Mirad, en este apartado del libro se escribe sobre una mujer que literalmente se arrastra para conseguir que la amen, ella, teniendo pruebas fehacientes de que no es así, se muestra débil e indefensa ante una persona que la trata con indiferencia, además, en repetidas ocasiones ese amor ejerce un poder sobre ella que la deja con muy baja autoestima. En estos tiempos en los que la mujer debe mostrarse empoderada y libre colocáis una muralla insalvable y dependiente. Por otro lado, en este párrafo se escribe sobre la infidelidad como si fuese una auténtica pesadilla, en el escenario se adivina el tormento que el personaje sufre por esa acción, sin embargo, hoy no se cuestiona ni se juzga tan hostilmente esa posibilidad natural entre las personas, ya por último, hago una crítica solapada en mis ideas, el trato equívoco que le dais a la señora que todo lo ve de color rosa es cuando menos inapropiado, la ilusión y la fantasía no están reñidas con la edad, ya sabemos que existen jóvenes inmensamente viejos y viceversa. —Al terminar los miró a todos detenidamente.

—Estamos agradecidos por sus críticas, creemos que es momento de irnos —Irene hablaba entrecortadamente.

—Es por esa razón por la que no hemos ido a vuestra presentación, lo he sentido mucho, pero no podría debatir entre mis alumnos asuntos en los que no creo ni creeré. —Se levantó para acompañarlos a la puerta, muy educadamente los despidió. Su sinceridad fue aplastante y valiente.

Los escritores se arremolinaron en el portal.

—Has sido tú el que escribió sobre ese tema —se decían unos a otros.

—Yo no he sido, eres tú el que ve la infidelidad como un pecado grave —uno de ellos inculpaba a otro.

—El texto sobre la vejez lo escribiste tú, a mí no me mires —las voces se alzaban cada vez más.

—Y tú que vas siempre de sobrada, de crítica literaria y de mil cosas más —su voz resultaba increpante.

—¡Basta! Mañana mismo deshacemos lo que firmamos en la notaría, no ha sido buena idea —gritó otro.

Sus miradas se entrecruzaron con indescifrable sentido.

—Somos escritores, hoy hemos sabido que nunca pararemos de aprender, pero también somos muy buenos amigos, entonces separemos esos conceptos. —Se abrazaron los cinco y felizmente salieron a la calle.

 Las aceras seguían bañadas por el Sol.