MERCEDES SOPHÍA RAMOS. Escritora Grupo ALAS

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domingo, 3 de abril de 2022

LOS INTÉRPRETES Y ALBAÑILES UNA PROFESIÓN MUY ANTIGUA: ARTÍCULOS SOLERA N.º 146



ALBAÑILES, UNA PROFESIÓN MUY ANTIGUA

                LO BIEN CONSTRUIDO   QUEDA PERPETUO EN EL TIEMPO

Algunas profesiones son dignas de reconocimientos y alabanzas, estamos acostumbrados a ver con cierta naturalidad lo que no lo es, a veces, nos sorprendemos con acontecimientos banales que otras personas propagan con absoluta frivolidad, es muy sencillo fascinarse ante el éxito o el consagrado boato que nos transmiten algunos de esos determinados círculos.

La capacidad de  admiración tiene variables muy significativas y contradictorias, es muy poco probable que nos dejemos asombrar de la misma manera ante hechos muy parecidos, la semejanza entre un trapecista y un albañil pueden ser idénticas, ambos profesionales se juegan la vida en cualquier rincón de la ciudad, su casco y su red no les evita el peligro, su seguridad es ampliamente mermada cuando los vemos sorteando su cuerpo en maniobras acrobáticas, es ingenuo pensar que estos profesionales estén suficientemente valorados, al menos de momento, no se espera que sean idolatrados como se hacía en la antigua Roma, allí a los edificadores se les denominaban como ilustres e insignes caballeros y se les respetaban todos sus derechos.

Igualmente, si observamos los derechos de estos trabajadores y buceamos en su situación laboral, nos encontraremos con la indecente precariedad que presentan sus contratos, la eventualidad y el tiempo parcial forman parte de su habitual identidad. De ese modo y con una pizca de suerte saltan de obra en obra como gacelas buscando el sustento.

Con el cemento, la pala, el cubo, el palustre, la llana y un largo sinfín de herramientas cimientan infinidad de construcciones, los arquitectos e ingenieros idean magistralmente sus diseños y estructuras y los albañiles y operarios procesan esas planificaciones, su maestría y efectividad deben ser imprescindibles y muy precisas, así como su fuerza y  técnica crean en ellos valores insustituibles para elaborar una buena praxis.

Algunas veces, al terminar la obra algunos de los más apegados a su profesión, echan un último vistazo a la empalizada o fila de ladrillos vistos que han realizado con sus propias manos. Casi siempre quedan satisfechos.    

 

LOS INTÉRPRETES

El Siglo de Oro español introdujo una nueva manera de contextualizar la cultura, los autores renacían en un devenir de referentes desconocidos, la creatividad fructificaba como un vendaval  imparable de riqueza, las piezas teatrales y todas sus variantes emergían abundantes anunciando una novísima transformación en el panorama intelectual. Esa riqueza influía  en el plano político y social muy directamente, los textos usaban instrumentos críticos para relacionar indirectamente  asuntos de estado o divergentes aptitudes de los representantes del gobierno, en esas condiciones se admitían repertorios de chanzas y burlas dentro de las farsas o el entremés.

Al contrario que ocurría en el vetusto teatro griego con sus tragedias y heroicidades, nuestros libretos también argumentaban temas amorosos y livianos que afrontaban y simulaban la realidad del momento en que vivían, en esas representaciones teatrales se les daba mucho más protagonismo a los dramaturgos que a los actores que las figuraban, siendo muy habitual que estuvieran relegados a un inmerecido segundo plano.

Hoy, tal vez, esa consideración sean diametralmente opuesta, afortunadamente las actrices y actores son auténticos protagonistas del espectáculo cinematográfico o teatral, tanto es así, que el público en general no tiene ni idea quién es el guionista o autor/a de aquella obra o película que tanto les gustó. A partir del pasado siglo, los intérpretes fueron considerados con bastante más relevancia causando un efecto muy ponderable y valorado en su disciplina artística, incluso la licenciatura en actuación o arte dramático es un grado universitario que se estudia en la mayoría de países europeos.

Teniendo cuenta la capacidad de adaptación que han de tener los actores para sumergirse en el papel que se les confiere, sería imposible no apreciar el enorme esfuerzo de vocalización, memoria y expresividad corporal que derrochan en cada una de sus magistrales interpretaciones, Indudablemente, unos buenos actores y unas buenas actrices han contribuido a idealizar eternamente infinidad de obras escritas, que, ellos han sabido representar genialmente ante el respetable público.

Y así seguirá, se abrirá el telón y la función nunca terminará.      

    

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