EL GLOBO AMARILLO
Tus minúsculas palabras de amor,
crearon la gran montaña invisible,
por donde sube el viento que respiro,
aire que suspira o ríe...
que bandea y avanza, que retrocede y
sigue,
nunca sol, ni tampoco noche
nunca día, ni tampoco tarde.
Me sentaba en el escalón de los sueños
para inflar el globo amarillo de mis
deseos,
para ver, cómo se desinflaba al aire,
para quedar otra vez más en el lugar
donde
acababa de empezar,
nunca sol, ni tampoco noche
nunca día, ni tampoco tarde.
Cuando me enredaba en tus ojos,
con la memoria automática en ti,
me
subía a la torre más alta, la que no tiene fin...
allí me condenaba, y me clavaba a ti,
en esa espera ya esperada, tú volvías a
mí,
nunca sol, ni tampoco noche
nunca día, ni tampoco tarde.
POEMA PUBLICADO EN EL LIBRO DE LA COLECCIÓN WALADA-8
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